Viene de...
Al marcar las 11 y 30 de la noche, Pablo y Luciana descubrieron que había “química” entre ambos tras la larga conversación, unos bailes y unos tragos que tuvieron juntos. Merodeando la media noche, Pablo comenzó a sentirse mal, extraño, enfermo, se fue del lado de Luciana corriendo desesperadamente hacia un edificio de la universidad. Luciana, preocupada, fue tras el pues pensó que quería hacerle una broma. Faltaba poco para que comience el día 31.
Luciana comenzó a recorrer los oscuros y vacíos salones del primer nivel del pabellón “E”, pero no encontró nada. Siguiendo la broma, subió al segundo piso.
- Pablo… Pablo… no juegues – susurraba – La fiesta aún no termina.
Decidió usar el ascensor hasta el sétimo piso de aquel edificio. Cuando subía comenzó a sentir un extraño y gélido aire, que le adormeció el cuerpo. Llegó al piso destinado muy mareada. Las puertas del elevador se abrieron y lo primero que vio, fue una cara blanca, pálida y unos ojos rojos que la miraban... era Pablo, muy diferente, tenía una expresión de odio. Luciana trató de escapar pero no pudo, Pablo la atacó, mordiéndola en el cuello despiadadamente. Con las pocas fuerzas que le quedaban a Luciana, logró zafarse de él y empujarlo hacia el ascensor, que ya estaba cerrando sus puertas, este le oprimió el cuello y con el, la cabeza. Luciana volteó para huir de esa espantosa escena y vio a Pablo con un cuchillo, con el cual trató de hacerle daño. Luciana corrió lo más rápido que pudo.
Pablo, perseguía a Luciana a paso lento, total él era más fuerte que ella. Afortunadamente, Luciana llevaba colgado del cuello, el crucifijo de plata que su abuelo le había regalado para su primera comunión. Se lo quitó como pudo y lo sujetó en su mano por unos instantes mientras Pablo, le decía:
-Siempre me gustaste, desde la primera vez que te vi en la universidad… aún recuerdo claramente ese día, tenías un vestido blanco con flores, tu cabello volaba al compás del aire, era una mañana de verano y yo sentí que me pertenecías- decía Pablo.
-Averigüé todo acerca de ti, sabía donde vivías, las horas de tus salidas y llegadas, tus grupos de música favoritos, con quienes te juntabas, hasta tus notas… todo era perfecto – Pablo comenzó a cambiar de expresión su rostro.
-Hasta que me enteré que tenías novio – Pablo estalló – ¡Ese bueno para nada de Piero! – gritó.
Luciana sintió una profunda angustia y una preocupación, que le daba valentía para enfrentársele.
-¿Sabes donde está él ahora? –dijo calmadamente Pablo- … puedes subir al último piso si deseas - y sonrió macabramente.
CONTINUA
Se abalanzó sobre él o Se cayó
jueves, 29 de octubre de 2009
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